El presidente de Irán ha anunciado que Teherán ya no es viable como capital del país debido a una catastrófica escasez de agua. Esta decisión marca la primera vez en la historia de Irán que la reubicación de una capital es impulsada por un desastre ecológico, aunque la ciudad se ha mudado varias veces a lo largo de los siglos por razones políticas. La crisis no se trata simplemente del cambio climático, sino del resultado de décadas de mala gestión, corrupción y agotamiento desenfrenado de recursos.
Décadas de advertencias ignoradas
Los científicos han advertido desde al menos 2008 que el bombeo excesivo de agua subterránea en Teherán y las zonas agrícolas circundantes drenaría irreversiblemente los acuíferos del país. El uso excesivo no sólo agotó las reservas; los aplastó físicamente. Estudios recientes muestran que la meseta central de Irán se hunde más de 35 centímetros al año, perdiendo 1.700 millones de metros cúbicos de agua a medida que la compresión del suelo destruye la capacidad de almacenamiento subterráneo.
“Esto lo vimos venir”, dice el geocientífico Darío Solano, destacando que el colapso era predecible.
Una tendencia global: las ciudades se hunden en la crisis
Teherán no está solo. Ciudades de todo el mundo, incluidas Ciudad del Cabo, Ciudad de México, Yakarta y partes de California, enfrentan escenarios similares del “día cero” donde la escasez de agua y el hundimiento del suelo amenazan la habitabilidad. Esto ilustra un patrón creciente de centros urbanos que luchan con una gestión insostenible de recursos bajo presiones ambientales.
La solución propuesta: una reubicación costosa
Los funcionarios iraníes están considerando trasladar la capital a la costa de Makran en el sur, una región conocida por su clima extremo y su terreno accidentado. La medida podría costar más de 100.000 millones de dólares, lo que plantea dudas sobre su viabilidad. Algunos expertos sugieren que la decisión tiene menos que ver con la necesidad ambiental y más con las maniobras políticas.
Corrupción y mala gestión desde la raíz
Según el analista político Michael Rubin, la crisis es una “tormenta perfecta de cambio climático y corrupción”. La mala gestión del agua, la tierra y las aguas residuales exacerbó la situación. La reubicación del capital puede evitar la responsabilidad por décadas de malas decisiones. La planificadora urbana Linda Shi señala que si bien el cambio climático constituye un chivo expiatorio conveniente, las causas fundamentales se encuentran en los fracasos políticos.
El abandono de Teherán sirve como una cruda advertencia: la degradación ambiental desenfrenada y la corrupción sistémica pueden hacer que incluso las grandes ciudades sean inhabitables. La crisis subraya la urgencia de una gestión sostenible de los recursos y una gobernanza transparente para evitar desastres similares en otros lugares.


































