El laboratorio tecnológico de Guilford Preparatory Academy vibraba con energía silenciosa antes del amanecer cada día de su programa de verano. Para la Sra. Wade, no eran sólo las pantallas parpadeantes las que señalaban un nuevo día: era el sonido de los estudiantes que llegaban, ansiosos y listos para sumergirse en proyectos STEM. Este no era simplemente otro campamento; era un lugar construido sobre la base de las oportunidades, algo que la propia señora Wade anhelaba durante los veranos de su infancia.
Inspirada por su propia falta de acceso a programas tan enriquecedores cuando era niña, la Sra. Wade convenció a los funcionarios escolares para que convirtieran el laboratorio tecnológico en un espacio donde los estudiantes pudieran explorar aplicaciones tecnológicas del mundo real durante sus vacaciones de verano. Respaldada por el presidente de la junta directiva de Guilford Preparatory Academy, Alton Woods, y la directora de operaciones, Annette Lewis, lanzó el programa STEM Camp and Career Accelerator en junio de 2021. El objetivo era simple pero profundo: brindar a los estudiantes de secundaria desatendidos la oportunidad de desarrollar habilidades prácticas, aumentar su confianza y descubrir el potencial que hay dentro de sí mismos.
Cada mañana, el laboratorio bullía de energía decidida mientras los estudiantes se acomodaban en las estaciones, cada uno enfocado en un proyecto diferente. Algunos perfeccionaron sus habilidades de codificación dentro de plataformas interactivas, otros trazaron caminos seguros para los robots, mientras que el equipo de drones se preparaba meticulosamente para las pruebas de vuelo. Nada en esta sala fue pasivo o accidental: cada línea de código escrita, cada ajuste realizado, provino del esfuerzo impulsado por los estudiantes. Este enfoque práctico no sólo les enseñó habilidades técnicas sino que también cambió sutilmente la percepción que tenían de sí mismos: no eran sólo estudiantes; eran constructores, creadores, solucionadores de problemas.
El programa trascendió las lecciones básicas de codificación y robótica. Los oradores invitados, tanto en persona como virtualmente, pintaron un cuadro de carreras STEM reales, humanizando el mundo a menudo abstracto de la tecnología. Un técnico de redes habló sobre la infraestructura invisible que mantiene las escuelas funcionando sin problemas. Un alumno compartió ideas de los primeros cursos universitarios y destacó cómo la paciencia y la perseverancia eran vitales para dominar incluso conceptos aparentemente complejos como la depuración. Tampoco se pasó por alto la educación financiera; los estudiantes abordaron los conceptos básicos de elaboración de presupuestos y exploraron aplicaciones prácticas utilizando hojas de cálculo, aprendiendo habilidades relevantes para su vida cotidiana más allá de la tecnología.
Fundamentalmente, el programa entrelazó el aprendizaje socioemocional en cada actividad. Los partidos de deportes electrónicos se convirtieron en minilecciones sobre trabajo en equipo, toma de turnos y cortesía tanto en la victoria como en la derrota. Los estudiantes aprendieron a presentarse con confianza, articular sus proyectos con claridad y pedir ayuda con respeto, habilidades que se tradujeron directamente en el éxito en el aula y en la preparación profesional futura.
El impacto que perdura
Al finalizar el programa, los estudiantes habían adquirido conocimientos básicos de codificación, funcionamiento seguro de herramientas básicas y conocimientos de finanzas personales. Pero quizás el impacto más significativo fue menos tangible: evitó la pérdida de aprendizaje durante el verano y fomentó el entusiasmo académico que se extendió a otras materias a lo largo del año.
Los efectos se extendieron más allá del propio laboratorio. Los estudiantes que participaron se convirtieron en compañeros mentores, animándose mutuamente a inscribirse en los cursos de tecnología de la Sra. Wade durante el año escolar. Su nueva confianza y concentración impregnaron el ambiente del aula, transformándolos en modelos a seguir para sus compañeros. Los maestros informaron una mayor participación y crecimiento socioemocional entre los participantes del programa, mientras que los padres se hicieron eco de sentimientos similares: “A mi hijo le encanta este programa”, comentaron, y “Gracias, Sra. Wade. Mi hijo vuelve a creer”.
La historia de la Sra. Wade es un testimonio del poder de reutilizar recursos limitados y fomentar el potencial de los estudiantes. No se trata sólo de la tecnología; se trata de fomentar una cultura que celebre el trabajo duro y acepte los errores como oportunidades de aprendizaje. Su modelo sirve como una invitación a todas las escuelas: abra sus puertas, equipe a los estudiantes con tecnología y esté presente el tiempo suficiente para presenciar su viaje transformador.






























































